viernes, 13 de agosto de 2010

La temible sacada de sangre

El desayuno esperado después de los exámenes.
Antecedentes

Desde pequeño le tengo pavor a las agujas, recuerdo una vez que me sacaron sangre, cuando la aguja entro en mi brazo me desmayé, de inmediato, luego me desperté en una camilla solo y desorientado, una enfermera me dió un juguito para tomar. Eso fue en esos tiempos que en mi casa tocaba madrugar como a las 2 o 3 am a hacer fila en el seguro social para que lo atendieran a uno a eso de las 10 o 11 am, y como el dichoso examen se hace en ayunas...

Muy pequeño estaba cuando me llevaron a aplicarme una vacuna, ese día aparte de la vacuna me pegaron tremenda pela porque puse al medico y a mi mamá a corretearme por todo el consultorio y cuando logré escapar de el por todo el comfama de aranjuez, me tuvo que agarrar un celador. Lo se, una gallina completa, o mejor dicho:
"Que locota!"

Durante mi infancia y pre-adolescencia fui desarrollando las técnicas básicas para enfrentar las agujas y minimizar el temor y el dolor (psicológico previo y físico durante), especialmente a la sacada de sangre y sobre todo al ritual preparativo que hacen los médicos frente a uno que es aterrador, mientras el procedimiento ocurre hay que ir leyendo despacio los carteles tipo comic que hay en el consultorio (ya no los ponen).


También las inyecciones, que afortunadamente en mi vida han sido muy pocas, han sabido doler, la última, si mal no estoy me la aplicaron en la enfermería del colegio, en grado décimo por un dolor de espalda tremendo, me mancó la nalga hasta el otro día.


Superación

Afortunadamente a medida que fui creciendo el nivel de exámenes de sangre y vacunas disminuyeron casi que totalmente, la última vacuna que recuerdo fue cuando trabajaba en cotrafa hace algunos años, armé tremendo boicot con mi jefe a quien también le atemorizaban, pero mientras hacíamos drama nos la aplicaron y no nos dimos cuenta, ese día fue genial!

Hace dos meses decidí iniciar un tratamiento para el acné, para mi infortunio requería unos cuantos exámenes de sangre para verificar que mi salud fuera apta para el medicamento que me iban a recetar. Entonces tocó enfrentar el miedo, fui muy atemorizado y nervioso porque pensaba que si con un médico experimentado era una tortura, un practicante de medicina (o afines) debería ser mucho peor. Pero me mentalicé y me calmé, entré al consultorio y veo que el médico es un pelado con una cara como la mía, aparentaba tener menos años, seguí calmado y el resultado, una sacada de sangre impecable, ni la sentí, muy profesional el pelao, salí contento, recuperé la confianza y puteé al extinto seguro social por mi trauma.

Recaída

Ayer, dos meses después debía realizarme el mismo examen para verificar que el tratamiento no me haya afectado negativamente la salud, pero yo era otro, fui confiado, relajado, seguro al punto que estaba pensando aplicarme la vacuna contra la influenza a ver si mato el amague de gripa que he tenido este año.

Entre muy fresco saludando a la doctora (una muchacha) y a la encargada (la dura), muy simpática la señora, hasta le puse conversa, eso si, porque no sabía lo que me esperaba.
Mi verdugo (la muchacha) empezó su ritual poniéndose sus guantes, pero oh sorpresa! lo hizo de una manera tan extraña que llamaba la atención, como si fuera la primer vez que se pone unos, igual no preste atención y seguí fresco, me empezó a mirar vena por vena, que afortunadamente se me ven muy claritas). Preparó todo y justo cuando iba a clavarme la aguja la encargada pegó un grito en el cielo tipo película, un prolongado no! seguido de la maravillosa frase:
"EN ESA VENA NOOOO!, acordate que siempre se inflama"
 En ese momento me quebré y mi calma se fue al suelo, hice un gran esfuerzo por recuperarme, pero no lo logré totalmente, luego de que señalara la siguiente vena y la encargada volviera a corregirla porque es muy pequeña me empecé a poner nervioso, luego dieron con la vena que era y sentí el punzón, la encargada me dijo, no se ponga nervioso que cuando tiembla la sangre se demora más en salir a lo que respondí con la inevitable sonrisa nerviosa, luego mientras cambiaban al segundo frasco me dijo:
"Si se va a desmayar me dice"
Al menos no lo hice a pesar de que sentía toda la aguja dentro de mi, moviendose junto con la mano de la doctora y las correcciones de la encargada. Inevitablemente dije:
"La vez pasada no me dolió tanto"
A lo que me responde la encargada con un:
"Es que ellas son bacteriólogas"
Momento en el que recordé a una amiga que me dice que su mamá (que es bacterióloga) "saca sangre hasta por un dolor de cabeza". Pero bueno, se llenaron los dos frascos, me sacaron esa vuelta y como es posible que la hijuemadre esta se para, se va y me deja ahí goteando sangre, no fue capaz de darme un algodón, una curita, tzzzz, me tocó pedírselo a la encargada.

En conclusión, a pesar de los avances logrados estos dos meses sigo con mi trauma creo que un poco más fuerte. Espero que en 3 meses que creo que tengo nuevamente los exámenes estos me toque un buen practicante como el primero.

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